Que mas puede pedir un poeta ya que la noche triste le da todo. Un beso en la obscuridad acompañado de vino tinto, sabor de pasiones, ideas incompletas...

domingo, 31 de julio de 2011

Sueños en New York

¿Puede un lugar adentrarte a una realidad que tú solo construiste en mentiras? Son de esas preguntas que a veces me hago y que por mi torpeza no me puedo responder.
Hoy llegue a mi casa como cualquier otro día, salude a mi portero con el mismo cinismo que él me recibe cada vez que cruzo por esa desgastada puerta. Subí las escaleras; me encontré a mi vecina hablando nuevamente con su gato, eso que por ninguna razón escapa todas las noches para regresar por la mañana apestando a callejón y pasiones noctambulas.
   Entro a mi casa, esta vacía… hoy terminare de empacar la última caja para la mudanza. Hace un mes decidí mudarme de este inusual apartamento. Conocí a un bello hombre y por alguna motivo me convenció de vivir juntos en una casa afuera de la ciudad.
   … Me pregunto todas las noches: ¿No sé si sea buena idea? ¿Por qué lo hice?  Pero al no saberme responder me levanto de esa cama para dirigirme directamente hacia la cocina por una taza de café ya que es lo único que logra calmar mis ansias. Por algún motivo siempre me detengo en ese buró negro a observar el altero de libros que algún día terminare de leer; tomo el primero que veo… El Amor las Mujeres y la Muerte” de Schopenhauer. Me siento en la ventana, y medio desnuda, con un cigarro en mano,  una taza de café a medio terminar y un libro ojeado vuelvo a retomar mis cuestiones existenciales ...
   Tomo esa última caja de recuerdos para amontonarla con las otras, camino hacia el teléfono, observo que hay tres llamadas de él. Realmente no deseo hablar con nadie… ¿no sé porque dudo? Si la noche en la que hicimos el amor por primera vez supe que él era el hombre de mi vida.
   Podría decir que él es perfecto. Todo un personaje intelectual. Su nombre es Paul: alto, delgado, con un porte español que derretiría a cual cortesana y un sensual Lucky Strike en su mano derecha…
   Vuelve a sonar el teléfono, ya es la cuarta  vez en diez minutos y sigo sin contestar. Huyo hacia mi mesa preferida, prendo un cigarro y observo a mí alrededor. Tomo el teléfono y llamo a Paul, él contesta con su voz ronca, quemada de alcohol, tabaco y noches en vela, de amores y guerras, de emociones y aventuras... me pregunta el porqué de mi indiferencia. Yo callo como cuando el viento roza mis mejillas y me hace recordar mi niñez.... Tardo segundos en contestar para poder decirle: “Te amo, Paul. Adiós...”. 


sábado, 30 de julio de 2011

La leyenda del cuerpo

por Aurora Luque
Reconstruir un cuerpo
fragante en la memoria:
ingresa en el recuerdo semidiós
y en el olvido, viento.

El tacto: narraciones
de una teogonía suficiente:
ninfas en la saliva, los mensajes
de iris en la sangre, el asediar
de amazonas, cuantas alegorías
quisiéramos del fuego, la conciencia
suprema de la piel.

El cuerpo amado nunca
es solamente un cuerpo.